La comunicación judicial

Autor Congresistas
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*Alfredo Cid

Es difícil explicar algo que no existe. Desde su creación en 1917 en los poderes judiciales, tanto federal como los 32 locales, ha imperado la máxima de que “las sentencias hablan por los jueces”. Un errado principio si se considera que las sentencias son entre dos partes y solo una gana, por lo que en automático el 50% de las sentencias se convierten en un elemento de propaganda negativa en contra de los poderes judiciales que emiten dichas sentencias, pues uno gana y el otro pierde.

¿Qué no hay acercamiento entre los órganos jurisdiccionales y la sociedad? Así es. No existe ningún elemento federal o local de comunicación que pueda afirmarse que se haya elaborado con el fin de tener algún contacto con la sociedad, con el ciudadano de a pie, que le explique o justifique su sentido de existencia. La sensación ciudadana es que hay un desprecio de los poderes judiciales para acercarse a explicar en términos sencillos en que consiste su trabajo y qué repercusión tiene al interior de la sociedad.

Ese menosprecio para explicar las actividades jurisdiccionales considerando que puede ser más perjudicial que benéfico hacerlo, aleja completamente a uno de los tres poderes de gobierno de la sociedad en general. El ciudadano no distingue entre el Poder Judicial Federal, la Corte, los juzgados locales, o la casi inexistente policía Judicial, todo es lo mismo; igual si se trata de jueces civiles, mercantiles, agrarios o penales. El ámbito local o federal tienen el mismo defecto, nunca se han preocupado por explicar en que consiste su trabajo, se conforman en ser parte de un mal necesario como el ir a una funeraria porque no hay alternativas ante un caso de defunción y lo peor, es que con eso se conforman, con saber que la necesidad de pedir justicia nos llevara a realizar la visita forzosa a los juzgados.

Todo pasa desapercibido para los integrantes de dicho ámbito de gobierno, hasta que de pronto se encuentran que sí requieren el apoyo social, la legitimidad que a otros poderes del Estado les dan los votos y que aquí no se presenta porque la elección de sus integrantes tiene, justificadamente, otro origen. Sin embargo, el origen de los recursos que se destinan al poder judicial, al igual que los otros dos poderes, provienen de los ciudadanos a través de nuestros impuestos, de ahí la necesidad de justificar la legitimidad en resultados que se deben explicar mediante la comunicación social.

Contrario a la apertura en medios de comunicación que transparenten recursos y actividades, los poderes judiciales se encierran a piedra y lodo como si se tratara de ocultar su quehacer cotidiano, aún a sabiendas de que hay mucho que enseñar. Así, desde la suprema Corte hasta el poder judicial del Estado más pobre del país, solo ellos conocen interiormente sus fortalezas y debilidades como si no dependieran del escrutinio social. No se trata como dicen algunos integrantes de dicho poder, de “litigar en los medios”, eso es otra cosa. Lo que se requiere es tener contacto permanente con la sociedad a través de una información continua que, incluso se puede dar a través de la cultura en general.

Las pocas áreas de comunicación social que tienen, si es que las tienen, no están diseñadas para comunicación masiva, mas bien sirven como medios de contención de carácter defensivo para quienes presiden temporalmente los ámbitos de dirección de los poderes judiciales, el resto de integrantes normalmente se defienden ocultándose lo más que pueden de medios y redes sociales. Incluso en el Poder Judicial Federal jueces y magistrados se convierten en personas aisladas del resto de la sociedad, para intentar evitar influencias que pudieran contaminar sus decisiones, lo que acentúa la apariencia de una élite completamente apartada de la sociedad en la que se encuentran.

Se podría pensar que los recursos económicos limitan estrategias de comunicación sobre todo para aquellos que cuentan con muy poco presupuesto que no les alcanza ni para lápiz ni papel, pero está comprobado que no es un asunto de carácter económico, es un asunto de actitud, heredada en pensamientos y principios de una sociedad del siglo pasado y que no se quiere superar, pareciera como si no se hubieran enterado de la evolución social que ya no depende del papel, sino de redes y de inteligencia artificial.

Mientras la sociedad no tenga una explicación clara y directa que pueda permear en todos los ámbitos sociales, a través de los medios que proporcionan las fuentes electrónicas y la especialización en medios de comunicación, el trabajo que realizan los poderes judiciales seguirá siendo opaco y gris, por más brillante sentencia que hayan elaborado para una de las partes.

*Especialista en Derecho Constitucional

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