Vuelta a la calle

Autor Congresistas
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Imposible no captar el entusiasmo de miles y miles de manifestantes, el calor humano de la calle, las emociones que surgen al paso, puede acaso la oposición política, los colores y sentimientos que se enlazan con la marcha.

En 10 días de la convocatoria presidencial, cientos de miles de mexicanos provenientes de todas las regiones del país, cerca de un millón 200 mil personas llenaron la Plaza Mayor, el Zócalo, según declaraciones de la Jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum Pardo.

Entre la expectación, la espectacularidad, la sospecha o el rechazo esperan e instrumentan al análisis social de la marcha, en la lupa la cadena de interrogantes, sin embargo, a la vista la falta de esa crónica al carbón con sus luces y sombras.

El pulsómetro de las analistas espacialitas de uno o de otro lado, la contabilización de cerca de seis horas del trayecto de la caminata del presidente Andrés Manuel López Obrador desde el Ángel de la Independencia a la vieja tribuna, hoy y siempre, lo que es el Zócalo de la Ciudad de México para la izquierda.

En los registros de hechos, los intentos de acortar el tiempo con el traslado presidencial en el Jetta blanco. En los drones el presidente, presionado en el anillo humano de la turbulencia formada por la masa de simpatizantes que van tras la selfi y evidencia del milagro del inesperado acercamiento con el líder.

A la vista una manifestación de contingentes de los 22 estados que gobierna en menos de cinco año el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), en apoyo del liderazgo de López Obrador. En la medida de las mediciones, una hilera de autobuses de más de 1,600 unidades aparcados en las avenidas aledañas y a la vista de la contabilidad de todos, generando las preguntas sobre el costo de la movilización y origen de los recursos, unos vinculados con las arcas de los gobiernos estatales y municipales de Morena, incluyendo al Gobierno federal en apoyo de cuatro años de gobierno.

A la vista del dron las calles, avenidas, glorietas, atajos, grupos amenizados lo mismo por ritmos norteños, batucadas del sur, que marimbas acompasando con la alegría de las familias y grupos organizados de comunidades y trabajadores. En el discurso no falta lo ya anunciado por más de mil conferencias mañaneras convertidas en la agenda de la comunicación y exceso con la prensa gubernamental y diaria agenda política.

En los trazos de tinta de la prensa los acarreados o no, financiados sus traslados por los gobiernos, costeada la alimentación y el regreso, hablamos de esos cientos de miles de becarios, discapacitados, adultos mayores, de miles de campesinos que reciben un estímulo económico directo consagrado por la Constitución.

¿Hay razones para responder o no al llamado del liderazgo nacional? Las corrientes políticas del morenismo exhiben su textura, la dureza de la capitalina en la cabeza del liderazgo en la sucesión y sus nombres a la vista y en la escucha de los gritos.

Al frente los gobernadores, senadores, diputados federales y locales en la pizca de la oportunidad de ampliar el espectro solar de las alianzas.

Entre marchososos experimentados, envueltos en mezclilla comprada en renombrada tienda en New York, lucen como glifos las pancartas y a las orillas los comentaristas de ilustre apellido afinando la división entre conservadores y liberales. No dejan de pasar las frases sobre el borde del clásico texto del “Liberalismo Mexicano” de Reyes Heroles, más a distancia de Thomas Hobbes y a la orilla lateral de la obra de Carl Schmitt.

En el combate la bestia de la pobreza y su vinculación con la ignorancia, en seis horas el presidente luce entero y fortalecido avanza por un océano de personas una distancia de cuatro kilómetros de forma lenta cobijados por mantas y pancartas, frases de apoyo, entre emociones que los abrazan de forma delirante, largas horas entre empellones, calor y expresiones emocionadas de cariño.

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Seis horas que atan el ritmo de los pies, exhiben los blancos de seguridades, definen las fronteras del riesgo, del tiempo que esparcen el aroma de los peligros como el límite del espacio personal del mandato de popular y la vuelta al origen que es la calle.

No es una movilización más, una suma mayor de simpatizantes, una ecuación de contingentes, es una voz, el llamado hacia el progreso social, el respaldo a un proyecto que tiene a la calle como el escalón de una sólida base oficial.

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