Mujeres de poder

Autor Congresistas
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Clara Jusidman

Imagen: Pavel Danilyuk para Pexels

Después de varios años de observar la vida política en México, uno puede aventurar que existen tres tipos de mujeres que participan en posiciones de alto nivel: las que son excelentes secretarias ejecutivas, las que son autónomas y las que gustan de estar en el candelero político.

En nuestro país llamamos políticos a las y los que aspiran al poder sobre otros. Lo hacen buscando puestos de elección, ya sea encabezando los poderes ejecutivos o integrando los legislativos.

Hasta ahora, las candidaturas para la presidencia de la República surgían de los integrantes del gabinete saliente o de los gobernadores. Eran personas con experiencia en la administración pública.

En el legislativo, durante varias décadas la experiencia se adquiría pasando de una cámara a otra o a los congresos locales. Con la reforma constitucional de 2014 de los artículos 59, 115 y 116 se incluyó la reelección de senadores, diputados, presidentes municipales, regidores y síndicos.

Las y los políticos en México se mueven en tribus o en mafias: el jefe o jefa tiene la obligación de colocar a las personas que integran su tribu. Así, son las tribus en las cúpulas de los partidos políticos las que deciden a quiénes postularán para las siguientes legislaturas. Poco tiene que ver su experiencia o su desempeño previo en la promoción y defensa de los derechos ciudadanos.

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Imagen: Crew para Pexels

Al observar a las mujeres que participan actualmente en puestos políticos de alto nivel, uno puede aventurar que son de tres tipos:

Las que funcionan como directoras o secretarias ejecutivas. Tienen elevadas capacidades de concreción de proyectos, recursos para resolver requerimientos o problemas, una gran lealtad y obediencia hacia sus jefes. Estos, que son generalmente hombres, funcionan como generales dando órdenes, teniendo ocurrencias o haciendo promesas, siendo ellas las que logran ponerlas en práctica. Su destino político está en manos de sus jefes, que las explotan y en ocasiones, las promueven como una forma de prolongar su poder y asegurar a su tribu. Por ello, gozan de poco margen para formar sus equipos de trabajo.

Las mujeres autónomas. Son fuertes, inteligentes, creativas, con opiniones y posiciones propias; saben decir no, tienen mayor libertad para moverse, cuentan con recursos para resolver problemas y son más directas para hacerlo. Generalmente no cargan con tribus. Forman sus equipos considerando las capacidades y conocimientos de las personas.

Las mujeres que se prestan a llenar cuotas. Les gusta figurar y estar en los candeleros políticos, tener posiciones e ingresos. Buscan constantemente el reconocimiento y la alabanza. Dependen mucho de sus equipos de trabajo. Saltan de un partido a otro. Se prestan a apoyar y promover todo lo que les instruya quién las subió al poder.

En los gobiernos y congresos actuales es posible identificar nombres de mujeres representativas de cada una de estas categorías. Por el bien de la creciente participación de las mujeres en política, ojalá y el balance futuro no se incline hacia el tercer grupo.

Artículo publicado en La Silla Rota visitalo aquí

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