Incremento de la desaparición de especies

Autor Congresistas
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Alarman a catedráticos de la UNAM las revelaciones que ofrecen los datos en incremento de la desaparición de especies completamente fuera de los rangos naturales, que se han mostrado a partir de la Revolución Industrial. Se registra en centros de estudio que la era moderna, la expansión de la población humana y sus patrones de producción y consumo afectan cada vez más los entornos naturales y las interacciones entre las especies.

Explican catedráticos e investigadores que las causas principales del decrecimiento de las poblaciones y la extinción son la fragmentación o pérdida de hábitats, la caza ya sea regulada e ilegal, además del tráfico de animales. Detallan que la extracción de especies silvestres de sus entornos naturales se suma el cambio climático que observan como crisis climática, porque es impulsada por factores de origen humano y tiene un sentido de alarma, de urgencia, condiciones a las que se agrega la introducción de especies exóticas.

En el panorama de la sustentabilidad ambiental, en México, algunas de las mil 573 especies en distintas categorías de riesgo son: el lobo mexicano, el loro cabeza amarilla, la totoaba, los monos saraguato y araña, las guacamayas verde y roja, el águila real, el flamenco americano, la iguana verde y las ballenas azul y jorobada.

Indican que cada especie enfrenta problemáticas distintas. Por ejemplo, los ganaderos matan jaguares porque se comen a las crías del ganado, mientras que los ajolotes sufren la reducción y contaminación de su hábitat, por la presión de la urbanización sobre el lago de Xochimilco. Por ello, en los complejos trabajos de conservación se requiere la participación de biólogos, ecólogos, veterinarios, antropólogos, sociólogos, educadores y otros especialistas.

El maestro Rafael Ojeda Flores, explica que en general, los humanos nos sentimos más cercanos con otros mamíferos; pues somos más empáticos con un delfín, y menos con un arácnido o una serpiente; diversos animales, incluso, “han sido estigmatizados en la historia de las culturas y hasta en la religión”. Apuntó sobre la importancia, de que valoremos a todas las especies de manera más igualitaria y más relacionada con las funciones que desempeñan en los ecosistemas. Los murciélagos, tienen un importante papel para controlar insectos que son plaga, para la dispersión de semillas y la regeneración de bosques y selvas, pero son estigmatizados por ser animales nocturnos y se les asocia con cuestiones “malignas”. Esa cosmovisión, que además es particular en las diferentes culturas, afecta el grado de reconocimiento que la gente le da a las especies, recibimos influencias.

Por redes sociales y medios de comunicación que pocas veces representan a los animales locales. Alertan sobre el desbalance entre los que se reconocen importantes y carismáticos, como el oso polar, y aquellos locales y mucho menos conocidos, pero que también desempeñan funciones importantes dentro de los ecosistemas, subraya el especialista universitario. Debemos estar informados y modificar nuestros patrones de consumo de alimentos, dispositivos de informática y comunicación, etcétera, por otros más sustentables; evitar el comercio de fauna silvestre para consumo o animales de compañía no convencionales; y presionar para que se desarrollen políticas públicas ligadas a la protección del ambiente, la producción de energías limpias y de alimentos agroecológicos, por ejemplo.

Alertó que no podemos continuar con esa actitud de indiferencia, soberbia o superioridad frente a otros animales que han ocupado el planeta por mucho más tiempo que nosotros. Hay que reconocer las funciones y servicios ecosistémicos que proveen, y de los cuales las personas somos dependientes, concluye Rafael Ojeda Flores.

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